Hace 15 meses perdí a mi padre, no hay día que no nos
acordemos del “abuelo Eme”.
Aunque es ley de vida y en mi caso era algo esperado, no deja
de ser menos duro.
Siempre pienso lo mismo, si mi padre supiese lo que le echan
de menos los niños y la cantidad de veces que se acuerdan de él….no se lo iba a
creer.
Los niños ven la muerte de otra manera mucho más natural que
nosotros los adultos. Con esto no quiero decir que ellos no sufran o estén
tristes, tienen otra perspectiva que a mí me ha gustado y me ha ayudado mucho.
Mis hijos me han enseñado a sentir que el abuelo está a
nuestro lado, que nos ve desde el cielo, pero que nosotros no podemos verle
porque el cielo es muy grande.
Mis hijos me han enseñado a mandar mensajes al abuelo poniendo
un trocito de papel dentro de un globo y lanzarlo al cielo. El día que me lo
propusieron casi me derrito. Creo que a mí nunca se me hubiese ocurrido algo
así, yo soy más de hablar en silencio
pensando que me está escuchando. Y la verdad es que así con los globos es más
participativo y emocionante.
Os podéis imaginar lo orgullosa y lo feliz que me hacen
sentir cuando se acuerdan del abuelo.
El otro día un amigo me hizo un regalo muy especial, un
retrato de mi padre hecho con mucho cariño (Gracias Fermín); Y ya estamos
buscando el mejor sitio de casa para colgarlo.
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